viernes, 2 de enero de 2009

ANÁLISIS SOBRE LA EDUCACIÓN SUPERIOR NO UNIVERSITARIA EN EL PERÚ

Por: Arturo Escalante Aguilar. Maestrista UCSUR

El debate, la problemática y alternativas de solución a la universidad han sido motivo de fuerte discusión en todas las esferas de lo político, académico o legal, llegándose a interesantes conclusiones que pueden contribuir a su mejora; sin embargo, el tema de la educación superior no se ciñe solo al nivel universitario, sino que aborda otra realidad que tiene el Perú: los centros superiores tecnológica, pedagógica o escuelas superiores de arte, reconocidas por la ley como educación superior no universitaria.

El presente ensayo aborda el tema de manera directa y expone algunas ideas que indican que la educación superior no universitaria tiene más virtudes que defectos, contrario a lo que el común de los ciudadanos manifiesta, y se convierte en una herramienta indispensable y aún no explotada adecuadamente para salir del letargo que significa el progreso.

Universidad vs. Institutos

La primera gran deficiencia que percibimos en la educación de nivel superior es que está dividida en dos grandes ramas: la universitaria y no universitaria. Acto seguido, apuntamos que la primera se rige por la Ley Universitaria 23733 que data de 1983, mientras que la segunda espera hace muchos años una ley con nombre propio. Empero, la mayoría de entendidos ve que este solo hecho es ya un grave error, pues da la sensación de que se trata de dos cosas totalmente distintas y en esencia no los son.

Según la Ley General de Educación Nº 28044, la Educación Superior es la segunda etapa del Sistema Educativo y tiene como objetivos primordiales la formación integral de las personas, produce conocimiento, desarrolla la investigación e innovación y forma profesionales en el más alto nivel de especialización y perfeccionamiento en todos los campos del saber, el arte, la cultura, la ciencia y la tecnología a fin de cubrir la demanda de la sociedad y contribuir al desarrollo y sostenibilidad del país.

Al leer este enunciado queda claro que el objetivo de la educación superior no diferencia entre universitario y no universitario. Es más el debate académico actual busca integrarlas en una sola ley como –me parece- debió ser siempre. Esta situación se ha debido a la desidia de las autoridades que nunca recayeron en darle un marco legal oportuno a la educación superior no universitaria y permitieron que las universidades a través de muchos mecanismos e influencias se diferenciaran y marcaran sus propias reglas de juego.

Hoy, las universidades no solo parecen haber tomado un camino distinto, en esencia, con respecto a las instituciones no universitarias, sino que argumentan una plena autonomía y libertad expresa que les da la Ley que las ampara. Se ha creado dos mundos distintos dentro una sola realidad. Esto se manifiesta en términos prácticos en que no hay vinculación orgánica entre la universidad y las instituciones de educación superior no universitarias.

El Decreto Supremo N° 023-2001-ED reglamenta la creación, autorización y revalidación de funcionamiento de instituciones superiores pedagógicos públicos y privados, mientras que el D.S. N° 014-2002-ED autoriza el funcionamiento a las instituciones de educación superior no universitaria de formación tecnológica públicas y privadas.

Ley General de Educación consideran instituciones de educación superior, además de los tecnológicos, pedagógicos y escuelas de arte, a las escuelas de Oficiales de las Fuerzas Armadas, escuelas superiores de las Fuerzas Armadas, Escuela de la Policía Nacional del Perú, Escuela de Salud Pública del Perú y la Academia Diplomática del Perú.

Debido al amplio espectro que es la educación superior no universitaria será conveniente enfocarnos en la educación tecnológica y la educación pedagógica, para sí brindar más luces al tema.

Vida y muerte de los institutos pedagógicos

El futuro de los pedagógicos parece un misterio. Su funcionamiento, en la actualidad, está suspendido desde el 2006 hasta el 2011, mediante el decreto supremo 0024-2006, rubricado por el ministro de Educación José Antonio Chang, como una medida para detener, regular y revaluar la formación docente. Según el titular de Educación éstos serán reabiertos el año 2011 cuando se haya creado el sistema nacional de evaluación y acreditación de la calidad educativa.

Esta circunstancia ha convertido a los pedagógicos en el primer esfuerzo para regular la carrera magisterial en el Perú que en los últimos años ha llevado a la sobreoferta de docentes y a un desempleo de aproximadamente de 5,000 egresados de educación al año.

Como medidas complementarias el Ministerio de Educación estableció que la nota mínima para ingresar a uno de estos centros de estudios sea 14 y no 11. Asimismo, para los que egresen la exigencia se ha maximizado y los estudiantes que aspiren a obtener el título profesional deberán acreditar el dominio regular del idioma inglés y computación, con un mínimo de 200 horas de práctica. Adicionalmente, deberán presentar una tesis y rendir un examen lógico - matemático que deberán aprobar con nota mínima 14.

Tras dictarse las rigurosas medidas en el examen de admisión, los resultados han sido contundentes ya que el número de postulantes a los institutos pedagógicos públicos y privados disminuyó en un 66% entre el 2006 y el 2007, y un 46%, entre el 2007 y el 2008. Pero la cifra dramática se mostró en el número de alumnos que logró el ingreso a un instituto pedagógico.

El informe del diario El Comercio del 13 de junio de 2008, indica que, en el 2006, cuando cada instituto realizaba su respectivo concurso de admisión 22.500 jóvenes obtuvieron una vacante y esta cifra cayó en el 2007 abruptamente a 424 ingresos, al aprobar con nota mínima de 14, en el nuevo proceso de selección que se instauró. En el examen de admisión del 2008 solo 305 jóvenes superaron esa valla y ahora estudian en las 43 instituciones pedagógicas (36 públicas y 7 privadas) que tuvieron meta de matrícula.

Muchos pedagógicos con este nuevo sistema literalmente se han quedado sin alumnado y están sobreviviendo a duras penas. Para muestra un botón: en el Instituto Superior Público “José Antonio Encinas” de Formación Docente (Puno), en el proceso de admisión del 2007 se presentaron solo 32 postulantes para un total 125 vacantes. Con el poco interés de los estudiantes y la nota mínima requerida, lo más probable es que la gran mayoría de ellos cierren o cambien de rubro, siendo los verdaderos afectados los educandos en curso.

El hecho que los postulantes no alcancen mayoritariamente la nota mínima pueden deberse a dos causas: un examen riguroso de alto valor académico instaurado por el ministerio de Educación o una presumible falla del sistema educativo que emite alumnos de los colegios con una inadecuada preparación para incorporarse al nivel superior. Nos inclinamos, por el momento, en pensar que la segunda opción sería lo razonable. En adelante florecerán como solución –lo digo con mucha certeza- los centros pre-pedagógicos que ofrecerán una idónea preparación para el examen único anual del ministerio de Educación.

Otro inconveniente que debe llamar la atención es que el examen de admisión debe contener un peso cada vez más fuerte al tema de la vocación docente. Pues de nada valdrá que ingresen “cerebritos” a la carrera sin vocación de servicio, ello sería peor que la medicina, recordando que es denodado el espíritu que se debe tener para trabajar con los niños, adolescentes o jóvenes heterogéneos de nuestro país, especialmente en zonas rurales y con un sueldo poco renumerado.

En suma, la intención del sector es que la nueva generación de profesores esté altamente calificada y puedan brindar una educación exigente también a sus alumnos. No obstante estas medidas que parecen razonables y que los especialistas como León Trahtemberg o el recordado Constantino Carvallo aplaudieron, no se resuelve un tema de fondo: la calidad de los maestros de los pedagógicos y la poca o nula infraestructura que tienen estos centros de enseñanza. Sin enunciar que muchos de ellos han realizado una labor académica casi informal ignorando de manera mayúscula las recomendaciones del ministerio del ramo.

¿Tendremos alumnos más aplicados y exigentes con los mismos docentes? Esta duda me quita el sueño y pone de manifiesto que las medidas son positivas pero no suficientes, solo apoyan una reforma parcial, cuando el Perú quiere una transformación profunda y duradera. Entonces, la solución a este impase partirá del tan anunciado sistema nacional de evaluación y acreditación de la calidad educativa que se está discutiendo.

En retrospectiva, da la sensación que los pedagógicos son los malos de la película, pero esta observación es impropia pues su creación y funcionamiento a lo largo de la historia ha sido necesaria y sobresaliente. Quien puede dudar del prestigio que alberga, por ejemplo al Instituto Pedagógico Nacional Monterrico, y los miles de docentes egresados de estas aulas que trabajan a lo largo de la Nación.

Alternativa factible
Los institutos pedagógicos se han presentado siempre como una alternativa para jóvenes que desean la formación docente tanto por su costo como por la cercanía. Las pensiones en estos centros bordean entre los 80 y 150 soles, una cifra que la universidad jamás podría ofrecer o, en todo caso, una suma que está al alcance de la clase media y baja. Esto los hizo muy atractivos así como la promesa de brindarles una formación muy práctica. De la misma manera, la ubicación de la mayoría de ellos es céntrica en el caso de Lima y mostraba un examen de ingreso poco severo en lo académico.

El autor que suscribe este ensayo estudió en un instituto pedagógico privado y puede dar fe que un gran porcentaje del alumnado provenía de sectores pobres o de pocos ingresos económicos. Empero, se trataba de una juventud, según mi percepción, muy motivada con alto interés por superarse y encontrar en la formación profesional docente una oportunidad en la sociedad para salir adelante y satisfacer una vocación de servicio a la comunidad. Me parece que acá está una de sus principales virtudes.

Uno de los grandes problemas que presentan los pedagógicos está en su infraestructura, salvo escasas excepciones, el grueso de institutos adolece de salones para realizar las clases con comodidad, áreas para la práctica de ejercicios y bailes típicos que forman parte del currículo, así como reducidos espacios para la lectura (por lo general con biblioteca con solo libros básicos de consulta). Una responsabilidad que recae directamente en el mismo ministerio de Educación por permitirlo.

No he encontrado estudios comparativos (o los desconozco) que puedan indicar con precisión que los alumnos egresado de un pedagógico sean peores que los egresados de una universidad o viceversa. Y señalo esto porque, el debate de los pedagógicos llevó en pocos meses a aplicar la misma ley a las facultades de educación en las universidades cerrándolas temporalmente. Tal vez la razón esté en que seis de siete profesores que alcanzaron los primeros lugares en la primera prueba a docentes del Estado provenían de institutos pedagógicos. Estos maestros fueron premiados en palacio de gobierno por el mismísimo ministro Chang.

Otro factor decisivo del otrora éxito de estos centros, es irónicamente el cuestionado nivel de sus docentes. A pesar que éstos perciben un sueldo que fluctúa entre los 5 a 8 nuevos soles, irrisorio frente a lo que recibe un docente universitario que supera los S/. 20. A mi entender esto demuestra un auténtico sentido de vocación y dedicación a la carrera magisterial.

Finalmente, podemos decir que los institutos pedagógicos cuestionados por la autoridad competente son necesarios pues está alimentada de un público que se diferencia socialmente de las aulas universitarias. Asimismo, han demostrado una utilidad práctica para proveer docentes a la comunidad educativa, especialmente en zonas alejadas del país. Acota como virtud una formación didáctica muy acentuada y una plana docente muy motivada por el factor vocación. En contraposición, adolece de una adecuada infraestructura y servicios que la coloquen como una instancia de calidad educativa que se busca, originados por el exceso de permisos de funcionamiento que se repartió a diestra y siniestra, de sobremanera, en la década de los 90, y el fenómeno mercantilista que era un espejo del fenómeno de las nuevas universidades.

La necesidad tecnológica
Respecto al tema de los institutos tecnológicos me gustaría precisar solo una par de ideas. Primero, que el país no puede centrar su política en atender meramente la vida universitaria. Está comprobado que las empresas hoy en día requieren profesionales de término medio calificados y estos solo los provee los tecnológicos. Institutos como el José Pardo han ido perdiendo el brillo que tenían antes debido a este equivocado enfoque.

Segundo, que hay un público cautivo que no desea pasar cinco años en la universidad y requiere una preparación más práctica e inmediata en el mundo laboral. Que pretende un plan de estudios más dinámico y menos teórico. Los tecnológicos en muchas partes del mundo mantienen un alto nivel de enseñanza y prestigio, como ejemplo podemos señalar el Instituto Indio de Ciencia. En el Perú el Tecsup aun se alza como un centro de alto rendimiento y sus alumnos son pretendidos antes de acabar la carrera. Sin embargo, en el Perú los tecnológicos equivocadamente son vistos como centros de enseñanza de segundo nivel. Esto debido a que el colegio ha vendido la idea de que el éxito está en la universidad y el instituto como una segunda oportunidad a los derrotados.

Y tercero, los tecnológicos es la alternativa más económica para la población peruana. Los hay de todos los precios y se puede apreciar una variedad de ofertas.

Como falencias, los tecnológicos tienen casi las mismas características de los pedagógicos, con el agravante que muchas de sus carreras ofertadas sí requieren de instrumental e infraestructura de alto costo que muchas no brindan. En términos generales, podemos decir que la preparación en los tecnológicos es muy diversa. Mientras algunos tienen altos estándares de exigencia otras hacen pasar por agua tibia a sus estudiantes y se interesan solo en lo económico.

Al concluir este ensayo, debo precisar el nivel superior no universitario a pesar de estar bajo la supervisión del ministerio de Educación se han multiplicado desproporcionalmente llegando casi imposible garantizar los niveles de calidad que se aplican. Es necesario aprobar una Ley que las regule en su conjunto y poner en marcha un sistema de acreditación. En esta norma también debe incluirse a las universidades de tal manera que la brecha entre estas dos propuestas se unifique en criterios finalmente. En esta expectativa la autonomía universitaria debe estar sujeta a las necesidades de la Nación y no de un grupo de interés.

Esta ley no puede discutirse eternamente, el Congreso debe legislarla con urgencia y el Ejecutivo debe comprometerse a poner mano dura a la informalidad e irresponsabilidad de algunas instituciones que promueven una educación “chicha” sin normas de calidad internacional.


FUENTES:
Ministerio de Educación: http://www.minedu.gob.pe
Foro Educativo: http://www.foroeducativo.org/site/index.php
Consejo Nacional de Educación: http://www.cne.gob.pe/2007
Estadística de la Calidad Educativa: http://escale.minedu.gob.pe/escale/inicio.do
Dirección de Educación Superior Pedagógica: http://www.ciberdocencia.gob.pe/
Diario El Comercio (13 de junio de 2008)
Diario La República http://www.larepublica.com.pe (16 de Septiembre 2008)
Oficina de Coordinación Universitaria del Ministerio de Educación del Perú. “Estructura y titulaciones de Educación Superior en Perú”

1 comentario:

  1. Con el nuevo DCB, los institutos tecnológicos han bajado su nivel, lo peor, nadie protesta, como es posible que se le mutile las horas de matemáticas, matemáticas financieras, estadística, y otros. Qué pretende los diseñadores, tal vez no tecnólogos sino artesanos simplemente.

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